En esa aventura iré cruzando muy diversos territorios, me toparé con diversos obstáculos, algunos muy fáciles de saltar o evadir, otros tan difíciles de cruzar que casi me obligarán a desistir y abandonar mi supremo objetivo. El secreto para salir adelante está en saber que no hay obstáculos imposibles, que para cruzarlos hay que ser pacientes, constantes y jamás quitar la mirada de nuestro objetivo, pues en él se encuentra nuestra plena realización.
En los momentos en que comencemos a dudar, cuando sintamos que nos estamos quedando solos, tenemos que recordar que no estamos solos, que hay amigos caminando cerca de nosotros y nos pueden echar la mano de vez en cuando. Pero más que nada nunca debemos de olvidar que tenemos a un amigo que SIEMPRE camina a nuestro lado y que SIEMPRE nos ayuda a cruzar obstáculos, a encontrar de nuevo el sendero cuando nos desviamos, a levantarnos cuando tropezamos y a recobrar las fuerzas cuando nos agotamos... Ese amigo es Jesucristo y su amor interminable por cada uno de nosotros... Cuando tengamos preguntas o problemas, no debemos dudar en sentarnos a platicárselas a él, pues entre más le platiquemos nuestros problemas, más fácil nos ayudará a encontrar la forma de resolverlos...
Probablemente ya hallan escuchado o leído ésto de un millón de formas distintas, están tan de moda las cadenas de culpabilidad que dicen: "Es curioso cómo un chiste viaja rapidísimo por el internet, pero las cosas de Dios no viajan, ¿Qué te da pena hablar de Dios?".
Patrañas... Todos los días recibo varias de esas cadenas de culpabilidad, a la gente no le da pena reenviar una cadena... El verdadero reto es tomar esas cadenas en serio, en verdad ver que Dios está en todos los lugares e instantes de nuestro mundo y que sólo teniéndolo a Él como nuestro guía y maestro lograremos un éxito pleno y real.
Confiando en Dios ¡Pero confiando de veras!, se acaban los obstáculos.
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